jueves, 30 de junio de 2011

Esta noche, te dedico mis mejores poesías.

Y la noche caduca una vez más haciéndome pensar si en realidad los días se acaban o simplemente soy yo quien despierto. Con distancia mantenemos contacto, libre albedrio como le llaman, luz propia y caricia ajena, sonrisa prohibida. Esta noche, te dedico mis mejores poesías.


A carne roja, humedecidos tus labios con sal y alcohol, besas mi tierna herida. No hay historia más real que la del poeta. La realidad del ver más cuando es poco; la tragedia del llorar por el sentimiento más alegre del mundo, llorarlo a gritos por no tener como compartirlo. A petición del rio, decido saltar; a voto de los cuchillos, decido cortar y a orden de la calle, me tiro hacia el autobús. Pues que tragedia ni más alegre, el morir por el amor poco admitido, poco visto y mucho menos compartido. Por una tragedia alegre es que vivimos los poetas, pensando de nosotros mismos como víctimas del mundo y de la creación misma, como un chiste malo... un insulto a lo insólito y una burla al arte. No es cuestión de la búsqueda de un amor, no… aquí nadie busca, solo siente. Todos sentimos este afecto y felicidad, la sentimos muy dentro y muy fuerte, en potencia. El amor no es calmo, el amor no es paciente, el amor no es una sonrisa ni mucho menos una mirada.

Poeta es este que a gritos dice que ama y que quiere a la nada y al olvido. Poeta es este aquí sentado, deseando con ansias que la paz sea eterna y que los aullidos hacia la luna sean escuchados…
Poeta es este que está sufriendo por un amor que no logra sentir. Porque poetas somos todos según nos creemos, diciendo que queremos el calor de la luna y anhelamos sus besos y caricias mientras unos que otros olviden los cuernos que le pegan a su amada luna y aun así, se creen poetas. Poeta es este que grita de a diario a su amada, porque solo tiene una, lloriqueando y cabeceando como un enfermo, dando asco entre los pisos del balcón... anhelando a su amada.

Seré yo quien me resbale y caiga por los precipicios, porque esta es mi historia como autor. Seré yo quien a pedradas trate de romper un papel, ya que entre las locuras del pensamiento, decidimos actuar como sanos.
Seré yo que, con plena libertad de olvidar y entender los principios del hombre y la mujer, del querer y el sobrevivir, decido morir ante los llantos de una pena; sabor al hambre.
Porque yo le gritare a mi Luna, deseándola cerca todas las noches, ya que solo ella es capaz de darme su calor aun en tanta distancia…
Porque si yo no vivo mis temores y no grito mis penas, usted, afanado lector, se quedaría sin leer.

¡Qué tragedia ni más alegre!
La de otorgarte mi corazón con el cuchillo entre tus manos.
¡Qué tragedia ni más alegre!
El quererte día a día sabiendo que ni en las noches escuchare la melodía.
Pero definitivamente; que tragedia ni más triste...
El tener vida sin tenerte a ti...

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