Confundiendo el abismo con el paraíso mientras se profundizan las
cicatrices de la memoria, he logrado elaborar un sueño en el que todo ser amado
es quien debe ser. Todo quien ama, todo quien quiere, a pesar de los sufrimientos
de amores inexistentes, pensantes, plasmados y falseados logran realizar una
vida ideal en cuanto recurren los colores del arcoíris del sentimiento y la emoción
palpitante del deseo.
Son luces deslumbrantes las que veo, son ojos profundos sus castigos y
horas de sueño que jamás lograré reponer porque a decisión propia, es un
sacrificio que debo dar. Como deuda en la mesa y bolsillos vacios, billetera en
la mesa dándole hogar a nada más que arañas, yo me rasguño la cabeza con esta
deuda infinita que no me deja pensar y mucho menos obrar. Porque yo debo
sufrimiento y castigo por obrar bien, así como todos nosotros que nos sentamos
en los balcones de nuestras casas dictándole versos de amores eternos a nuestra
luna, porque somos quienes somos por esta deuda del sentimiento.
“Quien ríe de último, ríe mejor”, dicen por allí…
Yo obvie las ganas de tomar decisiones hace años, prefiero jugarle a los
dados o al lance de las monedas porque al azar, existe el riesgo como existe la
recompensa, y tan grande es tal recompensa que incluso… algunos de nosotros
hemos pagado en vida por ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario